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Todos conocemos la fórmula química del agua: H2O. Sin embargo, el agua con la misma fórmula química puede tener propiedades químicas y físicas completamente diferentes. Por ejemplo, el agua de lluvia es muy diferente del agua de mar/mineral/destilada. Una de las formas de alterar las propiedades del agua es la electrólisis. El agua resultante de la electrólisis se llama agua ionizada. Adquiere propiedades únicas que se adaptan de forma óptima al entorno interno del cuerpo humano y puede mejorar sustancialmente los procesos vitales del organismo.
En la electrólisis del agua, las sales minerales disueltas en el agua se dividen en iones metálicos con carga positiva (calcio, magnesio, potasio, sodio) y en iones no metálicos con carga negativa y residuos ácidos (cloro, azufre, fósforo, etc.). Los iones metálicos positivos son atraídos por el cátodo (electrodo claro) y los iones metálicos negativos son atraídos por el ánodo (electrodo oscuro). Por lo tanto, en una parte del recipiente ionizador, los iones metálicos alcalinos de calcio, magnesio, potasio, sodio e iones hidroxilo OH- se acumulan en el agua en el cátodo (agua alcalina ionizada), mientras que en la otra parte del recipiente, separada por una membrana, los iones metálicos negativos de cloro, azufre, fósforo e iones de hidrógeno H+ se acumulan en el ánodo (agua ácida ionizada). Así, en diferentes recipientes del ionizador obtenemos agua alcalina ionizada y agua ácida ionizada.
Tanto el agua alcalina ionizada como el agua ácida ionizada adquieren y mantienen durante cierto tiempo propiedades completamente diferentes a las del agua normal del grifo. Esto hace que los usos del agua alcalina y ácida sean completamente diferentes.